De becarios y pelusas

Es agosto, todo el mundo está de vacaciones menos el bicho bola.
Esta oficina es un coñazo en vacaciones, aquí sólo estamos los becarios, las pelusas y yo. Por la mañana, cuando llego al parking me pego diez minutos para elegir la plaza donde quiero tirar el coche porque en invierno esto va de “marica el último” porque tenemos 33 plazas de aparcamiento para 65 coches y toda la complicación radica en intentar meter un utilitario en el hueco de un patinete pero ahora, como no hay ni el tato, tengo que elegir si dejo el coche para que le de luz de mañana, de tarde o simplemente aparcar en el sitio de mi jefe que no me gusta nada, pero mola mogollón así, por concepto…

En esta empresa tenemos comedor ¡¡¡yujuuu!!! Y es estupendo durante todo el año porque aprovechas para bajar con tus compis y, básicamente, dedicarte al despelleje empresarial pero claro, ahora estoy sola con los becarios y mis pelusas y, claro, no es lo mismo…yo quiero hablar de la última arruga que le ha salido a Maripili y los becarios hablan de grupos musicales que ni me suenan (yo es que me quedé en los New Kids On The Block, mirusté), del último botellón o de lo que le van a decir a sus madres para que les dejen ir un fin de semana con su churri a un camping nudista en Huelva. Eso si, he aprendido que Tokio Hotel no es un viaje de Low Cost y que las madres de hoy se siguen creyendo lo de “mamá, si vamos un montón de amigos y allí están los padres de Pepito”

Pero lo peor, peor peorcísimo de todo son las tardes….porque en esta empresa NO tenemos jornada continua y aquí se sale a las 18:30 durante todo el año, eso si, los becarios (y las pelusas también) se marchan a las 16:00 como un clavo con lo que el bicho bola se queda aquí, dando tantos cabezazos de sueño que algún día salgo de la oficina con la tecla F5 hincada en la frente.
Luego, cuando salgo de trabajar, resulta que Madrid está vacío…tanto que el otro día fui a hacer la compra al Día% y las cajeras llevaban las faldas y las manos limpias por falta de uso.